viernes, 7 de agosto de 2009

El secreto

El día de ayer se hicieron públicos los nombres de los finalistas del Concurso Eón, del blog Literatura Youth Fantasy. Tanto nuestra querida Elwen como Iván González han sido seleccionados para pasar a la final del mismo. Desde aquí os invito a leerles y, por supuesto, a decidir de entre ellos el que os parece merecedor de alzarse con la victoria, que vendrá acompañada por un jugoso premio: un ejemplar de la novela Eón, El despertar del ojo de dragón. Para ambos finalistas, toda la suerte del mundo ante el próximo fallo del ganador.

El concurso me incitó a escribir nuevamente (llevaba años sin hacerlo, al margen de los blogs, claro está), y aunque el resultado no es todo lo bueno que me habría gustado, aquí os dejo con el relato que presenté al mismo. Espero que sea de vuestro agrado ;)


El secreto

Sobrevuelan el valle trazando amplios círculos hasta que, en un momento dado, rompen su monótona danza para concentrarse sobre un punto lejano, y los círculos, ahora concéntricos, se vuelven más y más cerrados, como el vórtice de un oscuro huracán que delata lo que ya presentíamos; el cadáver de una oveja ahogada, vapuleado y arrastrado por el río permanece en su orilla, hinchado y recubierto de fango. El primero de los buitres desciende hasta tocar el suelo a pocos metros del despojo y se acerca con desgarbados saltos hasta él. Su envergadura atemorizaría a un hombre fornido, pues con su pico ganchudo sería capaz de arrancarle la nariz o algún dedo, en caso de sentirse acosado. Por eso, es normal que nos mostremos cautos ante los hechos que están a punto de acontecer y que despertarán nuestro estupor.
El buitre ataca con voracidad los restos de la oveja mientras algunos de sus compañeros se acercan saltando por el suelo hacia él, cuando no están haciendo ya el amago de descender. Sin embargo, algo ocurre. Los buitres levantan el vuelo nuevamente graznando estrepitosamente y, en apenas un instante, que para el buitre que se estaba alimentando debió parecer una eternidad, de entre el ramaje de unos abedules que crecen junto al río surgen dos figuras corriendo, llevando entre sí un cedazo de hilo grueso que se expande conforme avanzan y van alejándose la una de la otra. El buitre, ahíto, intenta remontar el vuelo con pesados aleteos mientras las figuras lanzan un agudo grito preñado de excitación y, al momento, de frustración. Lanzan la red al aire, en un último y fallido intento de capturar al ave. Pero es inútil, el buitre se aleja sin que puedan detenerle.

***

Las dos figuras permanecen ahora tumbadas entre el cereal, mirando al cielo, cabeza contra cabeza, pensando en la mala suerte que hace unas horas les privó de la diversión de la captura. De haberse hecho con él, habrían pintado las alas del buitre de rojo, el color sagrado de la tribu, y ahora estaría coronando las cumbres de las montañas con el emblema de su poblado. Como son apenas dos niños, el enfado se les pasará pronto y, al no haber llegado aún el tiempo de la cosecha, mañana podrán volver a intentarlo. Uno de ellos, el del pelo rubio, deja de mirar las evoluciones aéreas de los abejarucos y dice algo, con la voz ronca del hombre que llegará a ser.
– No fue mi culpa –responde la joven, inclinando la cabeza para mirarle–. Corrí tan rápido como tú.
El joven calla, molesto consigo mismo porque sabe que ella tiene razón. La mira a los ojos, tan negros como su pelo, que aparece salpicado de restos de hierba seca y semillas.
– Sé donde hay un nido –dice finalmente.
– Yo también, en las montañas y en la cárcava.
– No, no un nido de buitre –dice él y, al intuir en los ojos de ella la pregunta, concluye–. UN NIDO.
Ella no puede creerle, pero sólo hay una manera de saber si dice la verdad.
– ¿Cuándo?
– Mañana, al amanecer.
Ya es noche cerrada cuando llegan al poblado. Las pieles aceitadas de las ventanas desvelan el anaranjado y cálido color del hogar. Iriam y Aluia se despiden y cada cual se dirige a su casa.

***

El autillo lanza con voz estentórea su reclamo, y la luna menguante cuelga sobre El Valle cuando dos figuras se alejan del poblado. A sus espaldas llevan un costal con algo de comida para pasar el día. El sol les descubre caminando a los pies de la cadena montañosa que resguarda al valle y lo alimenta con el río que nace de sus entrañas. El ascenso les llevará buena parte del día, pero acompañan su caminar con cantos alegres sobre las aventuras de héroes desconocidos que nunca visitaron El Valle, ni conocen sus poblados, ni están interesados en hacerlo. Sin embargo, cantar resulta divertido, aleja al miedo y al cansancio, que se hace más acusado conforme el calor de la jornada va a más.
La pareja, que ha hecho un alto en el camino para comer algo, divisa a lo lejos unas figuras que sólo pueden ser los buitres que han encontrado algo que comer. Aluia empieza a pensar si no habría hecho mejor ignorando al fantasioso de Iriam y si no habrán perdido la oportunidad de capturar uno de esos buitres. Hoy, incluso, le parece ver algún que otro buitre negro entre las circunvoluciones que les acercan de cuando en cuando a la montaña.
– ¿Queda mucho? –se atreve a preguntar finalmente.
– Bastante. ¿Qué pasa, ya estás cansada?
– Por supuesto que no, sólo preguntaba –y para corroborar su afirmación se pone en pie–. ¿Vamos ya?
– Venga.

***

La tarde empieza a declinar cuando llegan a una hoya cercana al pico más elevado que se puede divisar desde el poblado. En su fondo, una laguna de heladas y negras aguas remansadas les invita a beber. Aluia se acerca a Iriam, que está llenando la cantimplora.
– Empieza a refrescar –dice, y se golpea fuerte los brazos, que mantiene cruzados abrazándose a sí misma.
– Era de esperar. Espérate a que descendamos y verás.
– Pero primero veremos el nido, ¿no?
– Por supuesto, pero ahora acamparemos aquí. Es peligroso que nos anochezca mientras escalamos el pico.
– ¿Acampar? ¡No me dijiste nada de acampar! –Aluia se muestra irritada–. ¡Mis padres me matarán, no les dije que pasaría la noche fuera! ¡Ni siquiera saben que subimos a la montaña!
– Pues ahora puedes hacer dos cosas: o bajas, o te quedas. Es tu elección.
Iriam comienza a deshacer su hatillo para preparar el lecho, mientras Aluia se aleja enfadada. Iriam se acurruca, se tapa y cierra los ojos.

***

Iriam se despierta cuando oye crepitar el fuego, abre los ojos y, ya tranquilo, se despereza trabajosamente.
– ¿Pensabas dormir mucho más? –Aluia parece enojada, pero sus ojos verdes parecen desmentirlo–. Vamos, o no llegaremos nunca. Y espero de verdad que merezca la pena.
Iriam desayuna con avidez y se lame los dedos al terminar. Juntos, Aluia e Iriam, parten en dirección al pico.

El ascenso es duro, y las manos y rodillas nuestros jóvenes héroes sufren lo indecible. Las yemas y nudillos aparecen arañados y despellejados, las pantorrillas comienzan a acusar las agujetas de la caminata del día anterior y los infinitos rasguños de las aulagas hacen mella en su ánimo, pero continúan subiendo sin descanso. El último trecho es el más duro, y sólo a media mañana consiguen llegar hasta su destino.
– Mira, allí está –señala Iriam–. ¿Lo ves?
– No, no consigo verlo.
– Allí, donde la veta rojiza.
– ¡Sí! ¡Lo veo! –Aluia se muestra mucho más animada–. ¿No es un poco pequeño? –pregunta con suspicacia.
– No, no lo es. Desde aquí puede parecerlo, pero es grande. Lo suficientemente grande. Vamos.
Van bordeando el pico, y descienden por su cara norte, acercándose a su gemelo, que queda oculto por éste cuando se mira a las montañas desde El Valle. El nido va creciendo de tamaño conforme se acercan, o al menos es la apreciación que tienen. No parece estar ocupado, o al menos no divisan movimiento alguno en el interior. Cuando llegan al lugar más cercano que les es posible alcanzar, ascienden un poco para quedar en una posición privilegiada, frente al nido y algo elevados respecto al mismo. Allí apostados pueden ver el interior, y ahora sí, un par de bultos de críptica piel que les hace parecer de pura roca se mueven un poco, y vuelven a la inmovilidad.
– Ahí los tienes –susurra orgulloso Iriam–. Dos espléndidos ejemplares.
– Dos dragones de roca –Aluia no puede contener la emoción–. ¡Era cierto!
– Por supuesto que era cierto. ¿Qué te creías? –Iriam parece mostrarse enfadado, aunque Aluia sabe que sólo está fingiendo–. ¡Mira!
Uno de los pequeños dragones ha abierto los ojos. Les contempla con su mirada de oro fundido. Las ancianas siempre dijeron que el ojo del dragón de roca es puro magma en ebullición, y que es capaz de convertir en piedra al hombre que intente darle caza. Aluia, embelesada, le mantiene la mirada. El dragón no parpadea, limpia su ojo con la membrana nictificante, y al cabo de unos minutos lanza un curioso silbido. Su hermano, que permanecía dormido, despierta alertado y extiende sus pequeñas alas mientras acompaña al grito de su hermano.
– ¡Aluia! ¡Al suelo! –grita Iriam mientras tira con frenesí de la mano de Aluia.
Ésta se ha levantado y permanece ajena al sonido del batir de unas alas de cuero que parecen acercarse. Finalmente se deja arrastrar, y ambos se mimetizan como pueden con el suelo rocoso. Un dragón de roca adulto, uno de los padres de las dos criaturas que permanecen en el nido, se acerca portando en sus garras el cadáver de un ciervo. Se posa junto al nido con una suavidad que parece imposible en un animal de su tamaño, y comienza a alimentar a su prole. Aluia e Iriam no pueden dejar de mirar, fascinados ante la escena que se representa a sólo unos metros de ellos. Saben que su vida corre peligro, que si el inmenso dragón de roca les descubriese con sus acerados ojos terminaría con ellos. No puede permitirse que descubran su nido. No ahora, no cuando quedan tan pocos. Lo que no sabe, lo que ni tan siquiera puede imaginar es que a Aluia e Iriam tendrían que sajarles la piel y los músculos para arrancarles una confesión, y que ni tan siquiera así podrían conseguirlo. Ellos sí lo saben, y permanecen abrazados y asustados, con lágrimas en los ojos ante la maravilla del secreto que comparten ahora y que nadie les podrá arrebatar.

12 comentarios:

Maribel dijo...

Hola Homo Libris,
acabo de leerte hipnotizada, ¿hay más aventuras de esta pareja?, ¿formará parte de un libro?, ¿has publicado, escrito en algún otro sitio?, gracias por regalarnos este Secreto para animar el finde! (preciosos los nombres, parecen sacados de historias de Matute, o las aventuras de Otrebor y Lebiram en la montaña..)

Prometo dar una vuelta para ver lo del premio y leer a Elwen, claro.
Es curioso la cantidad de compromisos adquiridos con vosotros, ¿pedimos un sabático y nos dedicamos a esto? jajaja!

Tengo en el aire el club de lectura, aunque ya he conseguido el Shandy ( no la edición que quería, pero bueno).

Tengo que volver a leer los post que me he perdido, tu es que no paras!, yo menos mal que está Roberto que me da el relevo y sigue con vosotros, que si no...
Un abrazo!!

Elwen dijo...

Con toda sinceridad me sorprendió no ver tu relato esta mañana entre los finalistas, ahora después de leerlo me sorprende aún más. Me ha gustado en general aunque no soy devota de darle demasiada complejidad a las frases, lo cual no quiere decir que sea una maravilla en prosa. Coincido con Maribel, me han encantado los nombres, a mí es algo que me suele costar encontrar.

Me alegro muchísimo que lo hayas colgado en el blog para que lo disfrutemos y lamento enormemente que no haya pasado la criba, todavía no sé ni cómo el mío está ahí habiendo escritos tan buenos como este.

Un Saludo y espero que te sigas animando en futuros concursos.

Anónimo dijo...

Muy bueno el relato, en serio,muy bueno.

Homo libris dijo...

Muy buenas, Maribel. Me alegra que te haya gustado la historia. Lo cierto es que no hay más historias de la pareja, aunque conforme iba escribiendo el cuento se me ocurrían algunas situaciones que me habría gustado desarrollar pero de las que, por las limitaciones en cuanto a la extensión del mismo de cara al concurso, debí prescindir. Tal vez algún día vuelva a reunirme con ellos, me cayeron bien ;)

En cuanto a publicar, lo cierto es que no. Vamos, en mis tiempos mozos colaboraba en algún fanzine musical –teníamos nuestro programa de radio y todo eso-, y posteriormente editamos un par de revistas culturales. Tanto ahí como en alguna publicación local llegaron a aparecer cuentos que hoy me avergonzaría confesar como propios, je, je, je. Y de hecho, al releer ahora el presente, lo noto chirriar, pero bueno, imagino que todo es ponerse y pulirlo un poco :)

Sobre los compromisos y el año sabático... ¿dónde hay que firmar? La verdad es que sería algo maravilloso, sin lugar a dudas.

Con el club de lectura, como os decía, creo que hemos empezado por una novela un tanto dura, pero ya poco podemos hacer por solucionarlo. Intentaremos leerla, comentar sobre ella y, por supuesto, sobre Murakami, e intentar elegir con más tino (de cara al menos a conseguir que nos divirtamos la mayor cantidad de gente posible) el libro en cuestión. Tristram Shandy me está gustando, eso sí, pero admito que no es una lectura precisamente apetecible para el verano.

En cuanto a las entradas del blog, bueno… llevo muchas menos publicadas en las últimas semanas de las que esperaba, así que tranquila que pronto te pones al día. Eso sí, desde hoy tengo vacaciones, lo que quiere decir que puedo desaparecer misteriosamente o, por el contrario, que las entradas se reproduzcan con especial virulencia ;)

Otro abrazote.

Homo libris dijo...

Elwen, lo cierto es que yo sí esperaba ver el tuyo, y no sabes la alegría que me ha dado que sea así. En cuanto al mío, me consta que me suelo pasar un poco (vaaaaale, demasiado) con la adjetivación, y eso que la versión que habéis leído, y que fue la presentada al concurso, ha soltado algo de lastre con respecto al borrador. Azote me dio unos pocos precisamente por este tema, ¡pero qué voy a hacerle! Es la consecuencia de una infancia leyendo a autores del XIX. No en balde me encanta la forma de escribir de Hawthorne :P

La verdad es que los nombres son, también para mí, algo difícil de encontrar. Estos surgieron así, de la nada, sin más... Me gustó cómo sonaban, y así se quedaron. El cuento ha pedido ser escrito, precisamente cuando me planteé presentarme al concurso me vino la idea a la memoria, y di más vueltas para simplificarlo y dejarlo en las cuatro páginas que había de límite que para otra cosa (y era más habitual en mí tener que pensar en la historia que en la forma).

En fin, que he disfrutado escribiendo de nuevo, y que claro que me animaré para futuros concursos, ya no por ellos, claro está, sino porque me “obligan” a escribir y a recuperar esta actividad que tanto me gustaba en el pasado. Tu cuento merece la pena, me ha gustado mucho y, como te decía, esperaba y me alegra que esté ahí. Lo merece, sin duda. Ahora, mucha suerte y que gane el mejor ;)

Homo libris dijo...

Estodevivir, me alegra que te gustase :)

Iraya Martín dijo...

Me alegro haber dado con las palabras adecuadas para mi comentario, empezaba a temer que como siempre hubiese metido la pata al querer aportar un más que modesto consejo.

Me alegro que no te desanime y sigas participando en otros, coincido contigo en que los concursos son un buen ejercicio de escritura porque nos dan unas normas y aunque en principio parezcan sencillas, la tarea de cumplirlas no siempre lo es. La más difícil como siempre, la limitada extensión.

Mañana colgaré el mío en el blog que hoy con todo el jaleo no fue posible.

Homo libris dijo...

Elwen, no hay malpensados sino malhablados y, en el caso de los comentarios, ocurre otro tanto. Así que no te preocupes por el comentario, porque no sólo sé perfectamente lo que me comentas sino que, aun siendo mío el cuento, comparto tu crítica constructiva para con él ;)

Si vas a subir mañana el cuento al blog, esperaré a entonces para comentar :)

¡Que descanses!

Maribel dijo...

Bueno,Homolibris y Elwen ya que os tengo aquí a los dos, aprovecho: uniros!, ganareis todos los concursos!!!

Me reafirmo con los nombres, bien elegidos, en mi mente se mezclan vuestros dos relatos. ¿No es Aluia la nieta que recogió la flor? jejeje, me encantan.., los de Iván me parecen un poco "americanos", no me engancha.

¿quién dice que te pasas con la adjetivación? que me llame!!!

Sí decides continuar con sus historias,me pones un comentario en el bog para que no se me pase!!, que luego cuelgas 30 entradas y me la pierdo ;-)
Lebiram.

Isi dijo...

POr fin he llegado a esta entrada, que era la que quería ver desde hace un rato, que entré en el blog ;)

Me ha gustado a mí también el relato y además me ha hecho gracia identificar tu manera de escribir con la de los posts (sí, la adjetivación y las frases largas), que conste que a mí me gusta mucho (¿te acuerdas que yo quería que escribieras la de bibliolandia???).

Pero lo que quiero decir y resaltar, es que me encanta que os animéis a participar en estos concursos, porque yo jamás me planteo esas cosas, me da vergüenza/pereza/desgana y no se me ocurriría ni cómo empezar.
EN fin, que os admiro.

Y no me parece mala idea eso de que hagáis Elwen y tú un relato conjunto.

Anónimo dijo...

te felicito por retomar una actividad que sin duda haces muy bien...espero que estos concursos sean como una pequeña patada (chiquita vamos, no es cosa de lastimar a alguien) que te anime a escribir después un libro.

Los nombres como ya dijeron otros muy originales, me gustó como suenan y aunque no pasaste a la final, como dices, estás ejercitándote como escritor. A mi se me habría quedado la mente en blanco ante la tarea de escribir un relato ¡y con reglas! peor...jajaja. Me quito mi sombrero ante ud. como señal de respeto (mmmm ¿hay cámara aquí también? bueno, es cachucha...es sábado) ;-)

Homo libris dijo...

Maribel, lo cierto es que me alegra no sabes hasta qué punto que os gusten los nombres… ¡si siempre soy malísimo con ellos! En cuanto a la adjetivación, ha sido Azote, y he de admitir que le doy hasta cierto punto la razón. Ya no porque sea filóloga o no, sino porque es una buena crítica y, como en tantas cosas, hace que tome con mayor mesura algunas actitudes :D

Bueno, intento catalogarlas como cuentos, así que con esa etiqueta posiblemente encuentres alguna que otra en el blog, tanto en el presente como en el futuro ;)

Isi, la verdad es que creo que lo tendría difícil para engañar a la hora de hacer pasar por obra de otro uno de mis escritos. ¡Tiendo a la divagación tanto como a la adjetivación! :D En cualquier caso, me alegra que te guste tanto como para proponerme como redactor del mensaje de bienvenida de nuestro club de lectura. Lo del cuento conjunto… todo sería verlo, no sería la primera vez (algún día os contaré sobre la Guerra de la Cerveza).

Bibliobulímica, a mí también me alegra retomarla. Sin duda, antaño le dedicaba bastante tiempo, y ahora con unos blogs tan activos como los vuestros, me animo a leer y escribir más. En fin, lo que más me alegra es que os guste y que, entre todos, nos animemos a leer y escribir más y más.

Un abrazo.