miércoles, 1 de septiembre de 2010

Capítulo 68

Ayer, mientras volvía a casa iba escuchando el programa de RNE1 "Asuntos propios". Entrevistaban en ese momento a Héctor Colomé y Clara Sanchís en relación con la obra de teatro que representan actualmente en Madrid, Próspero sueña Julieta (o viceversa), una revisión de Shakespeare y Beckett que tiene una pinta, a priori, estupenda. Al final de la entrevista, y es a lo que iba, les hicieron una serie de pruebas a modo de concurso, con más humor que rigurosidad, imagino que por aquello de que el periodo vacacional del verano termina y los medios de comunicación aún no presentan cierto nivel de gravedad otoñal. En una de las pruebas uno de ellos tenía que leer un texto desconocido y cuál sería mi sorpresa al empezar a escuchar el capítulo 68 de Rayuela, uno de los textos repletos de erotismo más elegantes que he leído jamás. Como hace ya tiempo que tengo en mente releer a Cortázar, la inesperada audición me ha proporcionado la oportunidad de traerle aquí en una de estas breves entradas de las últimas semanas, preludio de las que -espero- lleguen en otras pocas. Os dejo con el fragmento de la lectura en el programa (gratamente coherente) y, cómo no, con el gran Julio leyendo ese famoso capítulo de su renovadora novela. El programa podéis oírlo en la propia dirección de RNE, que enlazo (no funciona bien el código para incluirlo aquí en el blog) y, en concreto, la lectura comienza en el minuto 24:10 del podcast.
Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente sus orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, la esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentían balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.
Y, finalmente, la lectura por parte de Julio Cortázar, que probablemente conozcáis.

9 comentarios:

lammermoor dijo...

¡Voy a ser primer!
Solo vengo a decir hola, volví (he vuelto) y de paso, añadir que me encanta Toni Garrido (¡que voz!) y su programa de radio.
Con Rayuela no tengo demasiado feeling. :(

Ladynere dijo...

Pues estoy completamente de acuerdo contigo. El capítulo 68 de Rayuela es uno de los textos eróticos más elegantes de la literatura. Ese, y el paseo en el coche de caballos de Madame Bovary.

Un saludo septembrero!

Rubén D. Caviedes dijo...

Estoy con lammermoor; viva la voz de Toni Garrido. Yo le dejaría que me leyera hasta un prospecto de antihistamínicos, con tal de oírle.

Y el pasaje, pues qué maravilla. Es el Cantar de los Cantares del siglo XX, oiga.

loquemeahorro dijo...

Yo también oigo Asuntos Propios y el programa que le sigue El Ojo Crítico.

Sin embargo no soy muy "de" Tony Garrido, y sí... la voy es bonita, pero... no, no me convence, prefiero a sus sutitutos veraniegos de largo.

Leyendo este texto me he sentigo ignorante hasta el límite por
a) No haber leído Rayuela
b) No tener ni remota idea de si eran palabras reales o inventadas

Isi dijo...

Yo me he quedado como Loque: con cara de póquer al leer ese extracto... :D

Iraya Martín dijo...

Jajajajajaja yo me parto, y que me disculpen los que adoran el texto pero por mí se pueden haber dado un revolcón delante de mis narices que no me he enterado de nada xDDDDD. Claramente necesitaría un diccionario para estas cosas.

Ascen dijo...

No digo nada nuevo: Me encanta Toni Garrido y su fino humor, aunque le oigo poco porque -afortunadamente- suelo estar durmiendo a esas horas.
Y sobre Rayuela decir que fue la decepción más grande que sufrí nunca. Literariamente hablando, claro.
Sin querer molestar a sus seguidores, me pareció una tomadura de pelo.
Saludos.

Lectora dijo...

Erótico el texto? elegante? a mi no se porqué esas palabras me sugieren verduras y plantas incluso marinas, con lo cual me imagino el tema en una de la verdulería, qué perversión tan rara.

Homo libris dijo...

¡Buenas!

Aquí el desaparecido propietario intentando ponerse al día. :D

Lammermoor, bienvenida de nuevo, jejeje. Precisamente esos días (los de la entrada, ya han pasado algunos desde entonces) pensaba en ti por algo relacionado con mi blog trotalomesco, aunque ahora no recuerdo exactamente del porqué y por el regreso al tuyo tras las vacaciones. A ver si esta semana me pongo al día, jejeje. En efecto, eres la primera en comentar, aunque no la última en cuanto a tu relación con Rayuela. Lo que veo que sí os gusta a muchos es el programa de radio de Toni Garrido, jejeje.

Ladynere, veo que coincidimos en cuanto al capítulo 68. También respecto a Madame Bovary que, por cierto, me recuerda que me he propuesto que el próximo otoño sea para mí un reencuentro con la literatura decimonónica, jejeje.

Señor de las Moscas, seguidor también del señor Garrido, me alegra que le guste el texto (o eso quiero entender, jajajaja).

En cuanto al resto... ¡Jajajajaja! Os respondo en conjunto porque para eso estamos en buena compañía, prácticamente en familia, y os he visto (mentalmente) a todos con cara de póquer. Bueno, Rayuela es un libro ciertamente particular, experimental... es de esos libros que se aman o se odian sin límite. Tal vez Lammermoor pudiera contarnos algún día algo sobre La parábola del náufrago de nuestro genial Delibes, tan querido por ella, ¿verdad? ;)

Lo cierto es que Cortázar, a lo largo del libro y muy particularmente en este capítulo, hace uso del gíglico, un lenguaje inventado por Cortázar, por lo que no nos ayudaría mucho un diccionario en este caso. Aunque a cada cual puede transmitirnos un sentimiento particular (jo, Sonja, lo de la pescadería es genial, jejeje), lo cierto es que Cortázar buscaba aquí transmitir algo tan personal y a la vez tan universal que debería de ser interiorizado de forma absolutamente subjetiva por cada cual. Sus palabras sugieren, la sonoridad nos hace imaginar, no explica con palabras reales algo que únicamente podemos sentir. De cualquier modo, si os fijáis un poco podréis empezar a encontrar similitudes entre esas palabras y el castellano... :)

Cualquier día abro un "bloglíglico". :D

Un abrazo grande.