lunes, 4 de julio de 2011

Hallad el reloj

Descubrí a Harry Stephen Keeler gracias a la entrada que Enrique Altés dedicó al autor en su interesantísimo blog “Acotaciones de un lector de folletines”. Keeler, autor de pulps, novelas detectivescas llevadas al desenfreno por mor de hilarantes situaciones y tramas imposibles, llamó mi atención de inmediato. Por un lado, su vida no pudo ser más afín a las historias que inventaba: internado en un manicomio durante un año por su madre cuando cumplió los veinte, a la salida del mismo estudió electricidad y empezó a trabajar en una fundición de acero, dedicando todo su tiempo libre a escribir. Llegaría a publicar 37 novelas en apenas 15 años, y muchas de ellas no llegarían a publicarse en inglés pero sí en castellano gracias a la amistad que le unía a su editor español, Reus.

Con semejante currículum (os invito a disfrutar, además de la entrada de Altés, con el artículo que le dedicaron en el Heraldo de Aragón, “Harry S. Keeler, el escritor más bizarro del mundo”) y mi manifiesta afición por la novela popular, pulp, bolsilibresca o paraliteraria, no es de extrañar que me pusiese manos a la obra a fin de encontrar alguna de sus ídems.

Aparte de Noches en Sing-Sing, que ha sido reeditada, el resto de sus libros hay que buscarlos en el mercado de segunda mano. Como resultado de mis pesquisas conseguí hacerme con Hallad el reloj, título que presentaba hace unos días en mi último IMM y que acabé de leer la pasada semana con gran satisfacción. Su argumento en forma de telaraña (el proceso narrativo que el autor definiese como webwork plot) no resulta demasiado enmarañado salvo durante el desenlace, y tendré que leer otros de sus libros para encontrarme con algo similar a la madeja que muestra en La voz de los siete gorriones, por ejemplo.

Hallad el reloj parte de la extraña propuesta del profesor Victor Landrau a Lily, “el lirio de Manchester”, de asumir la personalidad ficticia de la joven Diana St. John y frecuentar el círculo social de cierto hombre. Gracias a ello podrá hacerse con una cuantiosa suma de dinero.

Entretanto, el periodista especializado en sucesos Jeff Darrell, es desplazado de su puesto por la nueva estrella del Call, el diario donde trabaja. Se trata de Marvin Feldock, un insufrible reportero con ínfulas de grandeza que trata despóticamente a sus subordinados. En tanto Feldock conoce la ciudad y establece su red de contactos habrá de ser Darrell, obligado por el draconiano contrato que le vincula al Call, el que tendrá que buscar información sobre los sucesos que acontezcan en la ciudad y redacte la información que será firmada por Feldock.

Será buscando la noticia en el barrio chino cuando llegue a las manos de Darrell un extraño mensaje escrito en un pañuelo depositado junto a un hato de ropa sucia en la lavandería de Foy Yi, más conocido como Napoleón Foy. En el mensaje se explicita que quien lo ponga en manos de Rita Thorne, actualmente en la ciudad, será recompensado con 50 $. Darrell se encarga de hacerlo, intrigado por el mensaje, indicando a la señorita Thorne que sea Foy Yi quien reciba la cantidad señalada. Sin embargo, esta encargará a Darrell que busque cierto reloj mencionado en el texto del pañuelo, perteneciente a un familiar. Y aquí comenzará la aventura para Darrell, una aventura de peligrosas e inciertas consecuencias.

Los elementos que componen Hallad el reloj no pueden ser más sencillos ni tampoco más efectivos cuando se mezclan con sabiduría o cierto toque de locura: el afán de búsqueda de la noticia periodística, los barrios bajos chinos de Chicago, un nazi huido de la justicia, una bella dama en apuros… Mi bautismo en la obra Keeleriana no pudo ser más divertida y, aunque fue llamado el Ed Wood de las novelas de misterio, lo cierto es que algunos de sus recursos narrativos, como los relatos dentro del relato (cual si de una matrioska literaria se tratase) se dan con bastante frecuencia en el cine de hoy día.

Y ya que hago mención al séptimo arte, antes de despedirme señalaré que también la obra de Keeler fue llevada al celuloide. Mientras leía Hallad el reloj vi también la película protagonizada por Bela Lugosi “El misterioso Mr. Wong”, basada en el relato “The Twelve Coins of Confucius”. De bajo presupuesto, discreta en sus pretensiones, resulta, no obstante, entretenida.

En resumen, Harry Stephen Keeler resulta un autor más que recomendable si queremos enfrentarnos a novelas de misterio poco al uso, sin otro objetivo que entretener al lector y ofrecerle un buen rato de diversión. Definitivamente, la lectura ideal para las tórridas tardes de verano.

Notas: 

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